SEMINARIO TORROJA EXTRAORDINARIO. «Ciencia y Tecnología en un edifico con forma de π»

El 14 de marzo de 2019 se celebra internacionalmente el conocido como Piday (3,14). Con motivo de esta curiosa fecha, se celebra un  Seminario Torroja Extraordinario «Ciencia y Tecnología en un edifico con forma de π»

  • Aula Torroja 14 de marzo de 2019 18.00h  Seminario Torroja Extraordinario «Ciencia y Tecnología en un edifico con forma de π» Ignacio Oteiza del grupo Sistemas constructivos y habitabilidad en edificación IETCC-CSIC guiará por las particularidades arquitectonicas de este edifico con forma de la la letra PI.  Angel Castillo director del IETCC-CSIC abordará la descripción de la estructura y funciones del Centro de Investigación que alberga el edifico Costillares. Y por último Elena Frías López de la Unidad de calidad en la Construcción presentará la nueva visita virtual que estará disponible en red y que ha sido desarrollada dentro del proyecto InnovaConcrete liderado en el IETCC .
https://www.piday.es/

https://www.piday.es/

 

Un pequeño recorrido histórico por la construcción de la sede de nuestro Instituto: el Edificio Costillares.

La actual sede del IETcc se proyectó en 1951 con una planta poco habitual: una letra π. El complejo destacó por muchas novedades técnicas como estéticas, incluida esta curiosa planta. La elección de la letra pi para organizar el edificio principal, o la utilización de un sólido platónico como el dodecaedro que configura el silo de carbón, han querido ser interpretados desde un punto de vista esotérico. Si bien no podemos ofrecer una justificación documentada sobre las mismas, posiblemente, estas soluciones tengan más que ver con el interés del propio Eduardo Torroja por las matemáticas y la geometría. Conviene recordar que su padre, Eduardo Torroja y Caballé, fue un importante matemático y geómetra.

El edificio es un proyecto de los arquitectos Manuel Barbero y Gonzalo Echegaray llevado a cabo con la dirección y supervisión de Eduardo Torroja, ingeniero de caminos y director del Instituto.

Se eligió como enclave de la nueva sede la finca conocida como “El Bosque” en Chamartín-Costillares que ofrecía una situación privilegiada dentro del incipiente desarrollo urbano de la zona. Las características del solar, situado entre pinares, de superficie accidentada y con un fuerte desnivel hacia poniente, se tuvieron especialmente en cuenta a la hora de definir la solución de proyecto.

El programa de necesidades suponía un escenario complejo. Por la clase de trabajos que se desarrollarían en el Instituto, de carácter tanto teórico como experimental, era necesario plantear diferentes tipos de espacio con características adecuadas a cada uno de los usos. Además, el edificio debía ser lo suficientemente versátil para incorporar actividades no previstas en el momento, surgidas de los avances propios de la investigación.

Con estos condicionantes, el proyecto se formalizó en un conjunto de volúmenes, cada uno de ellos respondiendo a la máxima eficiencia funcional, articulados entre sí y cuidadosamente adaptados al entorno, delimitando e incorporando el lugar como partícipe necesario de la composición.

El complejo cuenta con un edificio principal, con planta en forma de letra pi que acoge la zona representativa, estudios teóricos, laboratorios, talleres y servicios generales. Aparte, un edificio exento donde se establece una planta piloto de fabricación de cementos e instalaciones para ensayos a escala semi-industrial. En 1967, como cuerpo independiente pero conectado con el edificio principal, se incorpora una nueva nave para la realización de ensayos de gran envergadura.

En la construcción del Instituto se apostó por la repetición modular y la estandarización del mayor número de elementos constructivos, lo que da idea de la modernidad con la que se concibió el proyecto. Además de optimizar considerablemente los recursos, mediante los prefabricados se obtuvieron claros recursos compositivos que, como es el caso de los marcos de ventanas y las gárgolas, resultan identificativos del edificio.

La configuración orgánica del complejo facilita soluciones de un gran valor paisajístico y escultórico. Especialmente reseñables resultan el comedor circular, depósito de agua, silo de carbón – docecaedro, cubiertas de naves y talleres Acentos, pérgolas de las Costillas y Los Sietes.

Esquema de volúmenes del complejo (Años 50)

Actualmente, en el Instituto de Ciencias de la Construcción ‘Eduardo Torroja’, de la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con personal investigador de diversas áreas cubre el espectro que va de la investigación básica hasta la transferencia tecnológica. La actividad medular del instituto es la investigación en el ámbito de la construcción, llevando a cabo novedosas investigaciones en relación con el desarrollo de nuevos materiales, como cementos de menor huella de carbono, en materiales funcionalizados, en valorización por reciclado; diseñamos hormigones que hasta hace poco hubieran parecido de ciencia ficción; evaluamos la durabilidad y proponemos soluciones de reparación de estructuras; investigamos en temas de energía y acústica aplicados a la construcción, en barreras para residuos radiactivos y radón o buscamos respuestas a preguntas como ¿qué es suficientemente seguro? Además, en el IETcc se evalúan los productos de construcción innovadores y somos el brazo técnico del Ministerio de Fomento para la elaboración del Código Técnico de la Edificación.

Desde que en 1934 un grupo de arquitectos e ingenieros fundaran como entidad privada el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación, el personal del que luego sería el Instituto Eduardo Torroja ha mantenido a lo largo de los años su compromiso de investigación, así como de colaboración y promoción de la innovación en el campo de la construcción. También se ha cuidado el mantener una relación continuada con las organizaciones empresariales y sectoriales, así como con los sucesivos Ministerios relacionados con las obras públicas, la vivienda, la industria y el medio ambiente, todo ello desde el CSIC, al que el Instituto se adhirió en 1940.

El espíritu fundacional respondía, en aquella época de los años treinta, a las necesidades de investigación en nuevos tipos de construcción basados, en especial, en lo que entonces era un nuevo material: el hormigón armado y pretensado. Se infundió como principio básico de funcionamiento el trabajo en equipo multidisciplinar, que se plasmó en el lema Technicae plures, opera unica. Este enfoque hizo que convergieran en el instituto diferentes disciplinas científicas y técnicas que continúan conviviendo hoy en día.

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