La Unión Europea aprobó en 2013 una directiva (2013/59/Euratom) que entrará en vigor el año que viene y que por primera vez obliga a los gobiernos a realizar mediciones en lugares de trabajo ubicados en áreas de riesgo y mitigar la concentración de radón en los que se registre un mínimo de 300 becquerelios por metro cúbico, la unidad de medida utilizada con este gas y que equivale a la desintegración atómica que se produce en un segundo. Los países miembros deberán además introducir requisitos específicos en los códigos de edificación que eviten la entrada de este gas en los inmuebles de nueva construcción y “fomentarán” su reducción en las casas ya existentes.
Borja Frutos, doctor arquitecto del IETCC y responsable de varios proyectos de protección frente al radón cree que la nueva normativa contra el radón, un contaminante “olvidado”, ayudará “a mejorar notablemente la calidad del aire” de los espacios cerrados sin ser “traumática”, añade, porque el sector de la construcción “está bien preparado”.
Aunque la medida es bien recibida, el “nivel de acción” marcado por la UE (300 becquerelios por metro cúbico) es superior a lo deseado ya que en Estados Unidos es de 148 becquerelios y la Organización Mundial de la Salud fija en 100 la frontera del peligro.
El Ministerio de Fomento tramitará a lo largo de 2017 un decreto para introducir en el Código Técnico para la Edificación “exigencias reglamentarias relativas a la protección frente al gas radón en edificios residenciales”. Los cambios, sostienen fuentes oficiales de este departamento, incluirán requisitos para las obras que haya que realizar en inmuebles construidos donde se supere el nivel de referencia que el Gobierno español determine, que no podrá ser mayor que los 300 becquerelios fijados por la directiva europea
Artículo: Cerco al gas cancerígeno que invade casas de media España
Fuente: El País
Autor: Sonia Vizoso